Cuando se celebra el “Día Mundial…” de algo, habitualmente
no suele ser una buena señal para lo “celebrado”; alertar, concienciar, defender,
reconocer, mostrar…suelen ser los verbos más utilizados, con lo que estamos
dando por hecho que hay un grave problema previo que, a través de la celebración
del día en cuestión, se trata de paliar, mejorar, cuidar, conservar, proteger...Vamos, que algo estamos haciendo muy mal y hay que
intentar ponerle remedio antes de que sea demasiado tarde.
Bueno, pues el caso es que hoy se celebra el Día de la
Tierra (o de la Madre Tierra, según quién se refiera al
mismo); de acuerdo a Naciones Unidas, con el objetivo de: ampliar y diversificar el movimiento ambiental en todo el mundo y
movilizarlo eficazmente para construir un medio ambiente saludable y
sostenible, hacer frente al cambio climático, y proteger la Tierra para las
generaciones futuras.
Además, cada año desarrolla sus actividades en torno a
una temática más concreta, siendo el de este año: los árboles; y, este año coincide
con la ceremonia de la firma del Acuerdo de París sobre el cambio climático
(que se acordó, valga la redundancia, hace ya un añito, valga la demora en la
rúbrica), esa palmadita cariñosa en la espalda que, multitudinariamente, se
dieron unos cuantos “líderes mundiales” para hacernos creer que alguien se toma
en serio la “lucha contra el cambio climático y la promoción de un desarrollo
sostenible contra el planeta”
En fin, que así están las cosas, menos mal que todavía
hay personas y organizaciones (como Greenpeace o WWF) que sí se toman en serio esto de proteger a la
Tierra de los propios seres humanos y no necesitan que se les recuerde que tod+s, todos
los días, podemos defender y celebrar la Tierra.
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