wƎE[a]st


Más allá de cualquier tópico, viajar, experimentar otras realidades y acumular pequeñas píldoras de nuevos conocimientos, es, cuando menos, necesario y “saludable”; si, además, se hace desde la humildad del viajero con ganas de aprender, en vez de desde la soberbia del turista que desdeña aquellas “otras” realidades ajenas como “pintorescas”, la experiencia es aún más enriquecedora; y si, además, dicha experiencia es compartida y nos traslada de un extremo a otro de Europa, el placer se torna éxtasis.
Es evidente pues que no podía resistirme a elaborar una pequeña bitácora personal de un viaje que tanto me ha aportado; sin embargo, más allá de unas pocas líneas introductorias, serán las imágenes, como no podía ser de otra manera, las que formen el “relato” del viaje.

Dicho lo cual, he de manifestar en primer lugar mi tremenda alegría por comprobar como, a pesar de los constantes intentos de los “productivos” y “rectos” estados del norte de Europa por denostar y menospreciar a los “vagos” y “maleantes” países del sur, éstos sigan ofreciéndonos tanta vida y la impagable lección de que el Mediterráneo (y no la mercantilista Unión Europea) sí es una unión natural que hace que, allá donde vayas, te sientas un poco como en casa; facilitando, como mínimo, la inmersión en la cultura y la sociedad de los países bañados por el Mare Nostrum.

A pesar de todo, si alguien quiere comprobar los devastadores efectos de las políticas neoliberales de la Troika y sus “recetas” económicas, sólo tiene que pasearse por las calles de Atenas para darse cuenta de las “ventajas” que, ahora mismo, conlleva ser miembro del club económico europeo. Aunque, eso no quiere decir que la “solución” para activar la economía griega pase por “sablear” los bolsillos de turistas, viajeros y accidentales visitantes que quieran conocer in situ el rico e impresionante patrimonio histórico de la ciudad de Atenas. Historia y cultura que tod+s sin excepción deberíamos conocer más a fondo, entre otras cosas, para echar por tierra de una definitiva vez, esa errónea idea del progreso lineal que tienen muchas sociedades occidentales.
Portugal también fue un país intervenido; sin embargo, es más difícil comprobar los estragos de las políticas neoliberales recorriendo las calles de Lisboa, repletas de actividad, turistas y lugareños buscando las bondades del sol y del mar; mientras compruebas que los servicios y las infraestructuras funcionan mejor que en muchos países del ordenado, pero frío norte del continente. Poco más puedo decir de una ciudad cuyas calles tod+s deberíamos recorrer al menos una vez en la vida.

Pero, sean cuales sean las diferencias entre dos ciudades como Atenas y Lisboa, ambas comparten algo con otras ciudades del sur europeo que las hace únicas en el mundo: un sol y una luz que iluminan los rincones más oscuros a los que podamos asomarnos.    


Todas las imágenes que componen esa "bitácora" se encuentran justo en los post anteriores; pero, también puedes encontrarlas sin moverte de aquí, clickando en los siguientes enlaces: 

wƎE[a]st - Atenas I
wƎE[a]st - Atenas II
wƎE[a]st - Lisboa
wƎE[a]st - The appendix


Atenas
-
Lisboa



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