Para much+s, el 14 de
febrero, día de San Valentín, es un motivo de celebración y exaltación del
amor, así, en general; para otr+s, sin embargo, es un motivo de reflexión sobre
la comercialización de los sentimientos en la era del homo oeconomicus y un
reflejo de la moderna sociedad líquida*.
En el primer caso, creo
que ya nadie duda a estas alturas de la traslación de toda actividad humana (política,
social, cultural…) a índices económicos de rentabilidad, plusvalía o, en su
defecto, depreciación o improductividad. Con lo cual, el hecho de “celebrar” el
“más noble y hermoso” de los sentimientos a través de un intercambio económico
(la compra de un regalo o una experiencia principalmente) es, simplemente, lo
normal. Si, además, tenemos en cuenta la “virtualización” no solo de la
economía, sino de la vida en su conjunto, y que “la ideología financiera […] transforma
el deseo en necesidad, […] invade el
espacio del mercado y el mercado invade el espacio del deseo”**; lo mejor
que podemos hacer para continuar alimentando el dogma neoliberal del
crecimiento económico es contribuir a la mercantilización de nuestras pasiones.
Tampoco es ninguna
novedad que, en tiempos de incertidumbre, inestabilidad y precariedad, l+s
miembr+s de esta ilustre sociedad moderna adopten creencias y pautas de
comportamiento que ofrezcan algún tipo de “seguridad”; eso, l+s que no puedan
pagársela, claro.
El caso es que, quién
mejor se adapta a los cambios “sociales” es, sin duda, el Sistema; así que, ya
sea que estemos sol+s, no podamos hacer frente a los “gastos de vida”, recemos
para que la empresa eche a alguno de nuestr+s compañer+s en vez de prescindir
de nuestros servicios, seamos capaces de asimilar la incongruencia absurda de
buscar nuestra propia individualidad a través de ser y comportarnos como l+s
demás, adoptemos la insolidaridad, la falta de compromiso social y la
ignorancia como “modelos de éxito” personal o, simplemente, no tengamos ni idea
de que hacer un día como hoy, don’t panic!
El Sistema te ofrece la
solución: si tienes pareja, amante o compañer+ sentimental: amaros, quereros
como solo vosotr+s podríais quereros, demostrároslo tirando de tarjeta de
crédito y pensad que el resto del mundo no importa un carajo.
Y si no tienes con quién
compartir las desgracias, lo mismo: ámate, quiérete como solo tú podrías
quererte, demuéstratelo tirando de tarjeta de crédito y piensa que el resto del
mundo no importa un carajo.
Ah, el amor! Decían que
solo un+s poc+s afortunad+s eran capaces de experimentarlo en plenitud y que no
podía comprarse ni con todo el oro del mundo. Menos mal que los tiempos
cambian.
* Zygmunt Bauman,
“Modernidad Líquida (2000)
** Franco “Bifo” Berardi,
“La Sublevación” (2011)
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