Matar moscas a cañonazos

“Matar moscas a cañonazos”
Se que no es esté el lugar (llamémoslo un muro virtual) ni, probablemente, el momento (en pleno estado de alarma); pero no puedo evitar pensar a menudo en la vigencia del dicho anterior para referirme a las últimas medidas adoptadas por varios gobiernos para frenar la expansión del Covid-19. Tanto por el reiterado uso de lenguaje bélico por parte de autoridades y medios de comunicación, como en lo concerniente al confinamiento en sus hogares de millones de personas sanas. 
Dos son las razones principales argumentadas por los gobiernos y sus expertos:
1- ya es imposible seguir la trazabilidad del virus, con lo que tod+s somos potenciales propagadores, a la par que posibles contagiad+s.
2- frenar la velocidad de expansión del virus para, con ello, evitar en la medida de lo posible la saturación de los servicios sanitarios.

En el primer caso, bueno, yo al menos ya estoy tristemente habituado a que se me trate como potencial “elemento” peligroso, p.ej. en la calle, puesto que me siguen habitualmente miles de cámaras de seguridad y video-vigilancia; en los aeropuertos, donde tengo que pasar controles a veces humillantes para demostrar que solo quiero viajar sin hacer daño a nadie; etc...con lo que, si quedándome en casa (hasta que pasados estos días de libranza tenga que volver a mi trabajo por cuenta ajena), evito propagar o ser contagiado por el virus, pues, bueno, trataré de ser un ciudadano “responsable”.
En cuanto al segundo punto, mi reacción es más de enfado; enfado al recordar décadas de recortes (en personal, material, financiación...) en la sanidad pública, con el consiguiente trasvase de fondos hacia la sanidad privada (a la que, por cierto, ha habido que obligar a que “arrime el hombro”). Con esto no quiero decir que, con un sistema público de salud mucho mejor financiado y equipado se hubiera frenado la expansión del virus, pero, seguramente, el personal sanitario (todo mi reconocimiento y apoyo para ell+s) que estos días está tratando de contener la epidemia (realizando un trabajo improbo y excepcional) estaría quizás mejor preparado y contaría con mas y mejores medios para hacerle frente.

Además, hay otro asunto sobre las consecuencias del estado de alarma que me preocupa sobremanera. Todos los comercios, establecimientos, negocios...que han tenido que cerrar y con ello, tod+s l+s trabajador+s y autónom+s que han perdido su modo de ganarse la vida. Y eso, sin contar con la inminente pérdida de miles y miles de empleos en los que ya están “trabajando” las multinacionales y grandes empresas ante la evidente caída en la actividad y en la demanda de bienes y servicios por parte de una población confinada. Aquí habrá que estar muy atentos a que no se produzcan desmanes y los derechos laborales de miles de trabajador+s se vean cercenados, eliminados o desnaturalizados. 
Si los índices macro-económicos ya venían avisando de estancamiento y recesión, no se si la apuesta que hizo este país por los servicios y la industria turística como motores de su economía (una apuesta a todas luces endeble), será capaz de reconvertir la situación económica catastrófica a la que puede abocarnos este estado de alarma. 

Y todo ello, sin hablar de todas las “mundanas” dificultades a las que nos vemos y nos veremos enfrentados; desde como ayudar a quienes más lo necesiten a como evitar que tanto niñ+s como adultos “nos subamos por las paredes” mientras dure este confinamiento.

Demasiadas dudas; muy pocas, si alguna, certezas. Seguiremos con atención el curso de los acontecimientos; continuaremos interrogándonos por las medidas tomadas y sus consecuencias; y, por el camino, trataremos de ayudar en todo lo posible a quienes mas lo necesiten. 
A cuidarse, apoyarse mutuamente y solidarizarse.






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